Por José Ignacio Palma
Publicado en La Segunda, 17 de enero de 2022
La Comisión de Derechos Fundamentales concentra gran parte de las expectativas que la ciudadanía ha depositado en la Convención. Sin embargo, el trabajo realizado hasta el momento pone en duda su satisfacción: han escuchado sólo a una ínfima parte de los ciudadanos y organizaciones que solicitaron audiencia y ha carecido de la capacidad de dotarse de un cronograma interno coherente con el reglamento que la Convención aprobó.
Los constituyentes arriesgan volver a tropezarse, como se ha advertido tantas veces, si es que utilizan el proceso de deliberación y redacción del capítulo sobre derechos fundamentales como un medio para satisfacer las reivindicaciones identitarias. Toda Constitución moderna tiene un componente simbólico de reconocimiento, pero llevado al extremo, puede terminar por convertirse en frustración. Ojalá entiendan que en este caso «menos es más» y que un buen catálogo de derechos fundamentales no es aquel que más identidades reivindica, sino el que distingue con honestidad aquello que es efectivamente un derecho de lo que es una legítima aspiración.