Por Daniela Carrasco
Publicado en La Gaceta, 06 de abril de 2022
Es una tendencia que, cuando llega un nuevo gobierno al Ejecutivo, este tenga el privilegio de unas semanas de “Luna de Miel”. Es decir, que goce de popularidad y un amplio respaldo ciudadano. No obstante, Gabriel Boric no lleva ni siquiera un mes en el poder y su torpeza e inexperiencia lo han dejado como el presidente peor evaluado en sus primeras tres semanas. Esto puede explicarse, además, por sus definiciones en distintos temas a nivel nacional como también en política exterior.
Gabriel Boric asumió como presidente de Chile el pasado viernes 11 de marzo. En una ceremonia desbordada de simbolismos, ya era posible observar el sello de este nuevo gobierno: informalidad, deconstrucción de los actos republicanos y la relativización de la violencia.
Con todo, Boric y compañía contaban con una buena popularidad, así se observaba cuando sus seguidores iban mesiánicamente, en el mes de febrero, a “La Moneda Chica” para obtener alguna selfie con el entonces presidente electo o algún rostro de la izquierda chilena; o cuando los medios de comunicación dedicaban notas sobre los gustos del líder del frenteamplismo.
Por este ambiente carnavalesco, se esperaba que Boric disfrutara de una cómoda Luna de Miel, pero esta no ha sido la tónica. Pues, distintas encuestas y sondeos de opinión determinaron que Gabriel Boric es el presidente peor evaluado en sus primeras semanas de gobierno, según indica la encuesta de CADEM que ha medido su aprobación todas las semanas.
Para el 18 de marzo (a una semana de ejercicio), Boric contaba con un 50% de aprobación y 20% de desaprobación. El 25 de marzo registró igualmente 50% de aprobación, pero el rechazo a su figura aumentó 10 puntos más, es decir, alcanzó 30% de desaprobación. Y en el último estudio, del 01 de abril, solo un 45% de los encuestados aprobó al presidente chileno (-5 puntos), mientras que un 35% desaprueba su gestión (+5 puntos).
Dicho de otro modo, la desaprobación ciudadana de Boric ha registrado un alza de 15 puntos en solo dos semanas. Una cifra inferior a la que alcanzaron los gobiernos de Bachelet y Piñera para el mismo periodo. Esta percepción se complementa, igualmente, con el alza de 12 puntos sobre la impresión de que “Chile va por un mal camino”, la que registra un 52% del respaldo ciudadano.
Estos datos desvelan que, por más que se haya instalado el relato de “la esperanza” de un nuevo Chile, a las pocas semanas de asumir el Ejecutivo, el Gobierno de Boric no goza de esa Luna de Miel que suele caracterizar las primeras semanas de los gobiernos entrantes, a pesar de que se ha idolatrado su imagen. A este escenario es posible agregarle los distintos desaciertos tanto a nivel nacional como en materia de política exterior. Recién debutando, Chile se ganó rencillas con Argentina, la corona española y Bolivia.
Recordemos, además, que la relativización de la violencia ha sido una constante en la carrera política de Boric. Hace cinco años, mientras era diputado, sonrientemente recibió una polera con el rostro del exsenador Jaime Guzmán baleado. Guzmán fue asesinado hace 31 años por miembros del grupo terrorista, Frente “Patriótico” Manuel Rodríguez (FMPR). Debemos tener en cuenta que, en el periodo que ejercía como legislador, se descubrió que visitó secretamente a Ricardo Palma Salamanca (autor material del asesinato de Guzmán y miembro del FPMR) en Paris, quien se escapó de la Cárcel de Alta Seguridad en 1996 y pidió asilo político a Francia, en 2019.
Lo anterior es relevante, no solo porque sigue impune el Caso Guzmán en la justicia chilena —en el que se ve una red de cooperación internacional izquierdista que ha protegido a los autores materiales e intelectuales del crimen— sino porque en el primer viaje de Estado al extranjero de Boric, en el que Argentina fue el primer destino, le bajó el perfil a solicitar la extradición de otro criminal del caso, Galvarino Apablaza, también miembro del FPMR, quien apeló al estatus de refugiado político en Argentina, otorgado bajo el gobierno de Cristina Kirchner. Boric sostuvo que “no nos corresponde intervenir en un poder independiente de la República de Argentina, pero no me cabe ninguna duda que se van a hacer todos los esfuerzos que estén al alcance”.
Igualmente, en este viaje a Argentina, Boric abordó algunas polémicas junto a su par, Alberto Fernández, como el uso de la palabra “Wallmapu”, ya que la ministra del Interior chilena, Izkia Siches, se refirió la semana pasada con este término a la Macrozona sur de La Araucanía, foco del conflicto mapuche, la que también se extendería hasta territorio argentino. Estos dichos generaron un escándalo en el país trasandino, pues implica una transgresión a la soberanía del país vecino. Tal fue la molestia, que Juan Martín, legislador de la provincia de Río Negro, presentó un proyecto para que la Cancillería argentina pida explicaciones del caso.
Ante esta situación, Fernández sostuvo que los dichos de Siches “no generaron ninguna inquietud”, avivando el malestar entre sus compatriotas, mientras que Boric señaló que “no es un tema que tenga que ver con la soberanía territorial argentina. Es un tema del que tenemos que hacernos cargo entre el Estado chileno y el pueblo nación mapuche. Y eso no lo vamos a desconocer». En el mismo sentido, Boric abrió nuevas polémicas, al afirmar que en La Patagonia “no hay fronteras” y que Chile apoya la reivindicación de Argentina sobre las islas Falklands.
Las desafortunadas definiciones de Boric en materia de política exterior reflejan cómo ha operado a nivel interno, con sus constantes contradicciones y volteretas. Definiciones que no aportan avanzar hacia un país unido en una gramática común. Al contrario, solo instala y profundiza antagonismos donde no los hay.
Es por lo anterior que, Gabriel Boric y compañía, han demostrado un descenso rápido en la aprobación ciudadana. Situación que se replica también en la Convención Constitucional chilena, pues en varios sondeos, la opción ‘Rechazo la nueva Constitución’ supera a la opción ‘Apruebo’.
Según el sondeo de Cadem, el Rechazo registró un aumento de 10 puntos, alcanzado un 46%, mientras que la opción Apruebo registra un 40% de respaldo (-6 puntos). La encuesta de Pulso Ciudadano sostiene que un 35,8% de los chilenos Rechazaría versus un 32% que Aprobaría el nuevo texto constitucional. Feedback Research dio 3 puntos de ventaja a la opción Rechazo, con un 44% de respaldo, mientras que la alternativa Apruebo logra 41%. La misma tendencia registra el estudio de Studio Público.
En relación al plebiscito de salida (que será obligatorio para todo ciudadano chileno), durante la tarde del 5 de abril se estableció que la fecha a realizarse será el próximo 4 de septiembre.
En definitiva, el relato de un Chile plurinacional, con enfoque de género, indigenista y ecologista, parece que no le hace sentido a los chilenos, que ya sufren un aumento del costo de vida y son víctimas de una violencia que no cesa. Y el cansancio ciudadano no perdona ninguna Luna de Miel, si esta no se refleja a los mismos electores.