Por Daniela Carrasco
Publicado en La Gaceta, 05 de agosto de 2022
No es una novedad que, desde que Gabriel Boric asumió como presidente en marzo pasado, las autoridades izquierdistas han cometido un sinnúmero de errores y malas decisiones políticas. Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre los primeros y numerosos errores del gabinete, por los que la ministra del Interior, Izkia Siches, se ha destacado en esta materia. No obstante, durante la última semana han emergido nuevas polémicas que son preocupantes, no solo por la controversia que generan, sino por lo que implican: por un lado, desesperación por que gane la opción Apruebo (la nueva Constitución), lo que justifica todos los medios para lograrlo, aunque sean de una torpeza inentendible. Pero, por otro, una indolencia sobre el completo retroceso que vive Chile a causa del sesgo ideológico progresista.
Los distintos sondeos de opinión de cada semana siguen sosteniendo que la opción Rechazo está en una posición de ventaja ante la alternativa Apruebo. Según la encuesta Cadem (31 julio), en el plebiscito del 4 de septiembre, el 56% de los chilenos votará Rechazo y 44% votaría Apruebo. Por su parte, la medición de Criteria del mes de julio, afirma que el 45% va por el Rechazo mientras que el 36% por el Apruebo. Por otro lado, el último sondeo de la Encuesta CEP, arrojó interesantes resultados: el 70% de quienes se consideran mapuche están en contra de un “estado mapuche independiente”, es decir, no quieren que sea uno separado de Chile; lo que pone en duda la plurinacionalidad instalada en la propuesta constitucional.
Si bien el Apruebo ganó contundentemente en el plebiscito de entrada —del 25 de octubre de 2020— hoy no representa al sentido común. Pues, actualmente es la alternativa de la extrema izquierda, ya que el Partido Comunista y el Frente Amplio —en su totalidad— apoyan esta posición.
Lo anterior se contrasta con el Rechazo, una opción transversal, que reúne figuras de la ex-Concertación, la centroizquierda, las derechas y figuras del mundo independiente, porque todos —en sus diferencias— comprenden que la propuesta constitucional representa un completo retroceso para el país.
Es por este escenario que el Apruebo está desesperado, porque pensaron que podrían ganar fácilmente el plebiscito de salida, con sus discursos y estrategias que apelan a las emociones y subjetividades. No obstante, si bien los chilenos se dejaron llevar por el deseo de un Chile mejor, desde el 18 de octubre de 2019 solo se ha empeorado, afectando la calidad de vida de todos los habitantes del país. Esto se observa, por ejemplo, en:
–El aumento dramático de la delincuencia y el crimen organizado, más los niveles de violencia relacionados a estos, sumando la insurrección desatada en La Araucanía;
-La devaluación del peso chileno y la inflación, por ende, el aumento del costo de vida;
–La polarización, la cultura de la cancelación y la estrategia de la extrema izquierda de tildar de fake news a quien piense diferente a un mes del plebiscito;
-Un presidente que ha olvidado gobernar porque está pendiente de hacer campaña por el Apruebo, con un intervencionismo electoral descarado y tintes autócratas;
–Las amenazas a la libertad de expresión desde el oficialismo, atentando contra dicho derecho fundamental, entre varios otros tópicos.
Es por todo este contexto, más el paupérrimo desarrollo de la Convención Constitucional con sus convencionales que mienten descaradamente —como Rodrigo “Pelao” Vade— o los que usan corpóreos de Pikachu y de un dinosaurio, como también el nefasto resultado del texto constitucional, que los chilenos mayoritariamente se inclinan por rechazar el 4 de septiembre.
Sin embargo, las izquierdas no quieren aceptar que su propuesta no está a la altura esperada. Por ello, han cometido errores por su desesperación ante la situación actual, que hablan de una torpeza —más que de inexperiencia— que devela que el gobierno no sabe gobernar.
Lo anterior se demuestra en los distintos escándalos que han ocurrido en solo la última semana. Veámoslos brevemente:
Izkia Siches (ministra del Interior): El viernes 29 de julio, sostuvo ante la Cámara de Diputados que “se pegaron en la cabeza” —aludiendo a los diputados de oposición—, en el contexto de la discusión de prórroga del estado de excepción en macrozona sur. Tras estos dichos, Siches tuvo que arrepentirse y pedir perdón. Luego, el jueves 04 de agosto, en su visita al norte de Chile (Región de Tarapacá) confundió al director del Servicio Nacional de Migraciones, Luis Thayer Correa, con el genealogista e historiador Luis Thaer Ojeda (1874-1942), en plena rueda de prensa.
Luis Cuello (diputado del Partido Comunista): el sábado 30 de julio, presentó un proyecto de ley que sanciona, con $29 millones de pesos chilenos (más de 31 mil euros), las noticias falsas o fake news sobre el plebiscito. Esto es complejo, ya que la extrema izquierda se ha encargado de tildar todo lo que no comulgue con su ideología de fake news, como una estrategia discursiva. Por tanto, todas las preocupantes materias que se han advertido sobre el texto constitucional, podrían ser castigadas con esta millonaria medida.Esto, sin duda, es una ley mordaza y se avizora como problemática cuando existe el antecedente de que la ministra Siches presentó un “manual para la prensa” —en marzo—, como un intento de controlar los contenidos de los medios de comunicación.
Karol Cariola (diputada del Partido Comunista): el domingo 31 de julio, sostuvo como jefa del Comando del Apruebo que marcarán las casas que estén por dicha opción. Estas declaraciones rápidamente generaron reacciones que advierten los posibles problemas que puede traer esta acción, ya que recuerda la práctica totalitaria de marcar los negocios judíos en la Alemania Nazi, con el fin de identificar a los amigos y a los enemigos.
Matías del Río (periodista de centro): fue desvinculadodel programa Estado Nacional del canal de televisión estatal TVN, que se emite en horario estelar todos los domingos. La decisión fue tomada, supuestamente, para protegerlo. No obstante, rápidamente distintas y plurales voces de opinión sostuvieron que es una evidente censura, en un frágil momento electoral. Desde el mismo directorio de TVN, los miembros disidentes a este gobierno sostienen que la medida fue tomada por razones políticas. Mientras que, desde el Colegio de Periodistas, celebraron la iniciativa quienes tildaron a Del Río de ser defensor de “el modelo”.
Nicolás Grau (ministro de Economía): quien en sus tiempos de estudiante perdió $120 millones de pesos chilenos (unos 130.000 euros al día de hoy) en una fiesta universitaria, sostuvo en el mes de mayo que si el peso chileno se deprecia ante el dólar no importa, porque “los chilenos no compran los bienes en dólar”. Sin embargo, el 2 de agosto, Grau nuevamente demostró no estar apto para su cargo, porque dijo que “a las pymes, a diferencia de las personas, la inflación les trae costos y beneficios” generando una gran ola de críticas.
Giorgio Jackson (Ministro Secretario General de la Presidencia): la mano derecha del presidente Boric, asistió a un “live” en un canal de Twitch, el martes 02 de agosto, ante un público centennial “apolítico”. No obstante, Jackson —mientras tenía de fondo un calendario de sí mismo con un balón de gas, a propósito de la intervención de precios de estos bienes— reconoció que en la propuesta constitucional en materia de expropiaciones no siempre el “precio justo” sería el “precio de mercado”, situación advertida desde el Rechazo innumerables veces. Asimismo, el ministro señaló que «Nuestra escala de valores y principios dista de la generación que nos antecedió», lo que generó una profunda molestia dentro del mismo oficialismo, específicamente en los partidos Socialista (PS), Por la Democracia (PPD) y Radical (PR). Ante esta crisis dentro de La Moneda, el presidente Boric tuvo que defender a Jackson por sus dichos.
En definitiva, tras todo lo expuesto anteriormente, no cabe duda que el oficialismo se encuentra desesperado. Pues, no pensaba que su idea de un Chile plurinacional; con enfoque de género —en el que convive la mirada binaria de sexos (hombre-mujer) con las diversidades pero también disidencias sexo-genéricas—; el “buen vivir” indigenista —que se opone al modelo de desarrollo y progreso de las sociedades libres—; su ataque a la autonomía del Banco Central; un presidencialismo mal atenuado y una propuesta de Congreso unicameral muy parecido a la Convención Constitucional; entre innumerables otras razones, no fuera aceptada por los chilenos.
Es por esto que la extrema izquierda, en lugar de aceptar que su propuesta de constitución representa un completo retroceso, ha hecho todo por revertir que el Rechazo se mantenga como la opción victoriosa según las distintas encuestas.
Desde luego, los resultados y el rumbo de Chile se conocerán el próximo 4 de septiembre, pero no hay que desestimar a una izquierda indolente ante el retroceso en la calidad de vida de los chilenos. Pues, tienen a su disposición completa el aparato estatal y el mundo cultural, diseminando su ideología a como dé lugar, con acciones desmedidas y desesperadas —sin importar los límites éticos– para lograr sus fines.
En definitiva, votar Apruebo es optar por ceder la libertad ante un estatismo exacerbado y una sociedad fragmentada. Y si bien, con el Rechazo es difícil regresar a ese Chile previo a las revueltas del 18-O, al menos implica frenar, de momento y en algún grado, el avance del totalitarismo progresista.