Sin justicia, no habrá paz. Así se ha exclamado desde el Antiguo Testamento (Isaías 32:17) hasta las protestas por los derechos afroestadounidenses lideradas por Martin Luther King Jr. Por lo mismo, no es trivial que un diagnóstico transversal dentro del proceso constitucional haya sido la necesidad de modernizar el sistema de justicia en Chile. Un Poder Judicial diseñado hace unos más de dos siglos, para una población diecisiete veces menor; y acusado por la ciudadanía por su lentitud, lejanía, y por estar rodeado de escándalos de corrupción. En ese contexto, se hacía necesario repensar su estructura fuertemente jerarquizada y centralizada en la Corte Suprema, y buscar soluciones para resolver las críticas por corrupción interna, ineficiencias en la administración de recursos y un sistema de nombramientos y ascensos que ha derivado en nepotismo y autogeneración dentro del Poder Judicial y respecto de los auxiliares de la administración de justicia (incluyendo a notarios, conservadores de bienes raíces y archiveros judiciales).
En el presente apunte, se presentan las mejoras que propone el texto constitucional.