A pesar de que la tasa de inmigración en Chile (2,3%) es más baja que la del resto del mundo (superior al 3%), resulta indispensable actualizar la legislación nacional y anticiparse a un posible aumento brusco de este fenómeno. No obstante, dicha normativa no sólo debe preocuparse de salvaguardar los problemas que puedan experimentarse en temas de educación, salud y vivienda de los inmigrantes, sino también de asegurar un trato humanitario hacia ellos ya que, antes que ser mano de obra necesaria o una ayuda para impulsar la economía chilena, son familias cuya dignidad debe resguardarse por el sólo hecho de ser personas, independiente de su proveniencia.
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