Neblina en Santiago, y la temperatura marca solo cinco grados a primera hora de un miércoles de junio. Francisco Moreno (40), abogado, haciendo caso omiso al gélido clima, lleva puesto un delgado traje primaveral. Imagen opuesta a la que habría tenido su tío Jaime Guzmán. Conocido como friolento, el ex senador asesinado en el Campus Oriente de la Universidad Católica el 1 de abril de 1991, seguramente habría vestido su abrigo largo y su infaltable bufanda.
Tío y sobrino están unidos por varios principios y aficiones. Ambos estudiaron derecho en la Universidad Católica, Jaime fundó la UDI y Francisco es militante de este partido. Mientras que Jaime era fanático de la música clásica, Francisco debutará como baterista del grupo “Los insufribles”. Los dos también estarían unidos por lo sibaritas, viajeros y futboleros. “En el fútbol estábamos en trincheras distintas. Mi tío era acérrimo seguidos de la Católica, mientras que yo soy del glorioso Colo Colo y de San Marcos de Arica (es vicepresidente y accionista). Además soy mejor parea maestrar que Jaime; él era negado para las manualidades, comenta entre risas.
Y agrega: “Aunque obviamente somos especialmente distintos en identidad, siempre me ha representado su compromiso político y el interés por lo público”.
Francisco es ex alumno del colegio Tabancura e hijo de Isabel, la hermana menor de Jaime Guzmán. Con un master en la Universidad de Berkeley, Moreno es secretario general de la Asociación Nacional de la Prensa. Anteriormente trabajó como coordinador legislativo del Ministerio de Hacienda durante el gobierno de Piñera y hoy es investigador en Clapes de la Universidad Católica.
Desde muy chico el abogado asegura que tuvo conciencia política. En su casa, durante los almuerzos familiares donde su abuela Carmen Errázuriz o donde su tía Rosario (la otra hermana de Jaime), Guzmán hablaba sobre la contingencia y mostraba su desconocido lado lúdico. “Tenía un agudo sentido del humor y una capacidad de imitación envidiable; imitaba a Alessandri, Pinochet, Rosende y varios más con una gracia extraordinaria”.
“Mi relación con él era muy cercana. Me trató siempre como un igual y era un gran conversador. Su sencillez y la visión espiritual de la vida que tenía lo hacían ser una persona diferente”.
Francisco lamenta que muchos no supieran la sensibilidad que su tío escondía tras los gruesos marcos de sus anteojos. “Aunque él estaba a favor de la pena de muerte en casos excepcionalmente graves, sin duda que hubiese perdonado a sus asesinos, tal como lo hizo mi abuela; paradójicamente así habría sido”.
“Como familia ya perdonamos a los asesinos; hoy solo exigimos justicia”, dice.
El día D.
“con 15 años, fue especialmente doloroso enfrentar el asesinato de un familiar tan cercano; aprendí lo irracional e injustificable que es la violencia política, venga de donde venga. Tuve miedo por primera vez al tener la muerte tan cerca”, comenta. Esa tarde del 1 de abril de 1991 había llegado del colegio a su casa, donde lo esperaban sus tres hermanos (Juan Pablo, de 47; María Ignacia, de 37, y Rodrigo, de 34) y su madre Isabel. “Mi mamá me dijo que habían atentado contra Jaime y que le habían disparado una bala rozándole el brazo”. Isabel fue al Hospital Militar y a Francisco le tocó contestar todos los llamados telefónicos de los amigos y la familia. “A las siete de la tarde supe por TV que era mucho más grave. Hasta que a las nueve dieron ese Extra definitivo, donde decían que Jaime había muerto, a pesar de las operaciones. Tras el asesinato de mi tío me costó llorar; el shock fue muy grande”, cuenta, emocionado.
Esa noche recuerda haber visto por primera vez a su padre (Agustín Moreno) llorando. “Era muy amigo de Jaime. Habían sido compañeros de curso en los Padres Franceses (Alameda); mi tío fue quien presentó a mis papás.
“A diferencia de la muerte de un ser querido, que es algo eminentemente privado, esto tenía una connotación pública. Al día siguiente salí a caminar, y en todos los quiscos en las portadas de los diarios estaba el asesinato de mi tío; fue brutal. En el colegio sentó una gran contención después del asesinato por parte de mis amigos. Desde ese día he aprendido a vivir en medio de esta historia”.
Francisco dice que durante estos 26 años su familia ha vivido una “denegación” sistemática de justicia. Esto – afirma -, por las permanentes fugas, redes de protección y evasión de la justicia de los implicados, tanto en Chile como en el extranjero. “Es difícil pensar que no haya habido una coordinación y colusión de muchos para que esto sucediera”.
Respecto a la detención de Marcela Mardones en Chile y de Raúl Escobar en México, dice que prefiere mantenerla cautela. “Seguramente este es un caso que no terminará nunca; será muy difícil decir un día: se hizo justicia. A pesar de ello, mantenemos la esperanza”.
- La madre de Mardones dijo que ha estado llorando 25 años por su hija…
- Tampoco nuestra familia ha tenido consuelo; no hemos tenido descanso en esta historia de falsedades. Es impresionante que los asesinos de Jaime no haya enfrentado su pasado y que no demuestren remordimiento alguno. Es aún más patético y penoso que hayan terminado viviendo como delincuentes de poca monta.