Anteayer, con ocasión de una marcha en el Cementerio General, nuevamente una turba atacó y ultrajó la tumba de Jaime Guzmán Errázuriz, único senador asesinado en democracia en la historia de Chile. Esto sucede todos los años, aunque ha habido agresiones más graves y violentas, como la de este año. Su Memorial también ha sido objeto de ataques. El 2011 hicieron explotar allí una bomba y en 2016 lo rayaron y arrojaron pintura. Estos hechos parecen mostrar una actitud sistemática de odio aun más allá de la muerte y nos interpelan si a 45 años del quiebre institucional de 1973 el país ha avanzado en reconciliarse.
Suceden, además, en el contexto (me disculparán los propiciadores de la memoria sin contexto, pero no se me ocurre otra palabra más pertinente) de un senador y ex candidato presidencial solicitando al Estado francés que otorgue refugio político a uno de los asesinos materiales, confeso y condenado, de Jaime Guzmán y de un vicepresidente DC opinando que el país debe reconocer el aporte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, grupo que planeó, ejecutó y se jactó de asesinarlo.
Fíjese que esta vez no es la extrema izquierda la que opina así. Se trata de un independiente apoyado por el Partido Radical y de un miembro de la directiva democratacristiana, otrora los partidos representativos del centro político. Entonces, a pesar de los 45 años transcurridos, ¿habremos avanzado o más bien retrocedido en la búsqueda de reconciliación para nuestro país?.
Jorge Jaraquemada, El Mercurio, 11 de septiembre