El cambio cultural que se vivió en 10 años de Ley de Transparencia es evidente. La ciudadanía puede constatarlo en lo cotidiano, en la rendición de cuentas que debe realizar la autoridad con cada solicitud de información, en el empoderamiento que significa para un ciudadano poder influir en las decisiones del Estado contando con información, y con las puertas que se abren para el ejercicio de diversos otros derechos.
Hace 15 años atrás era impensado que una autoridad entregara información pública a solicitud ciudadana, por el solo hecho de pedirla. No existía en nuestro radar la posibilidad cierta de conocer lo que sucedía en nuestras instituciones; éramos presa de la discrecionalidad. Hoy lo impensado es que no se haga.
Abrir la institucionalidad de cara la ciudadanía, terminar con el secretismo en las actuaciones del Estado, exponer su quehacer de manera expedita y natural, entregar información necesaria y oportuna ha significado en estos 10 años la reducción de espacios de opacidad en el quehacer público, hecho que a todas luces reduce la posibilidad de cometer actos de corrupción y contribuye a superar la crisis de confianza por todos conocida.
Hoy es necesaria la revisión y actualización de las normas sobre acceso a la información pública. Esto se basa no solo a la luz de la experiencia recogida por el Consejo para la Transparencia, sino también porque la misma ciudadanía exige más y mejores estándares.
Estas mayores exigencias de la sociedad las vimos reflejadas en los resultados de un gran proceso participativo que realizamos en las 16 regiones de nuestro país, para recoger la opinión ciudadana y su mirada de futuro. Más de 2.200 personas de Arica a Punta Arenas se sintieron convocadas por el Consejo para reflexionar los avances de estos 10 años y compartir su mirada de los próximos 10.
Los resultados del proceso fueron muy ricos. Entre otras cosas se planteó como indispensable ampliar los horizontes de la transparencia y establecer una sola vara para todos los órganos del Estado. También se señaló la importancia de incorporar al mundo privado, promoviendo de esa manera un sistema integral de transparencia que termine con esta evidente fragmentación e incómoda asimetría, entre otros temas.
Han sido 10 años exitosos, de avances, de progreso. El camino de los próximos 10 años lo ha señalado la propia ciudadanía. Como Consejo para la Transparencia nos ponemos a disposición del país para avanzar en esta senda, y a través de ella profundizar y fortalecer nuestra democracia.