“No compartiremos escenario con un abusador”. Con esta simple frase, miembros de la lista de Surgencia y la Nueva Acción Universitaria, ambas de izquierda en competencia por la Federación de Estudiantes de la UC, se negaron a debatir con el candidato gremialista José Ignacio Palma en el Campus San Joaquín.
“No podemos permitir que una persona que haga bullying nos represente”. Esta frase salió a la luz en Copiapó, cuando los gremialistas competían por la Federación en la Universidad de Atacama, aludiendo al proceso de sumario de una alumna de Pedagogía en el cual la acusaban de burlarse de sus compañeros.
“Violador”. Esta es la única palabra que se repitió en los patios de la Universidad de Concepción en contra de Manuel Pradenas, alumno de Ingeniería que postuló por la lista gremialista a la Federación de la institución penquista.
Tres casos distintos, un par de meses de diferencia, el mismo modus operandi. Se levantan las campañas, se preparan los candidatos, y entre medianoche y la madrugada previa a la jornada de votaciones, salta una acusación. Al otro día, la universidad amanece intervenida. Agitación en redes sociales, chapitas con el eslogan “Yo te creo” hechas con una rapidez que causa incredulidad, y un despliegue fugaz de una izquierda indignada.
Coincidencia o no, pero en los tres lugares donde la derecha gremialista a nivel universitario tenía posibilidades de jugar un papel protagónico en elecciones donde la izquierda se veía debilitada, aparecen mágicamente denuncias anónimas que, sin proceso de por medio, se transforman en falsas verdades que empiezan a circular rápidamente por las universidades. Así, quien tranquilamente caminaba por los patios explicando sus proyectos a sus compañeros, pasa a ser el centro de la noticia, pasa a ser a quien todos apuntan con el dedo. Y posteriormente, cuando se destruye la imagen del oponente, y la izquierda vence en las elecciones, las aguas vuelven a calmarse. Las denuncias no perseveran y mientras figura del acusado queda manchada eternamente, los denunciantes gobiernan impunes.
Lo hicieron en la Universidad de Atacama, lo hicieron en la Universidad de Concepción e intentaron hacerlo en la Universidad Católica. Esta vez, no les resultó, porque luego del montaje que vimos, fueron más de 3 mil estudiantes los que respaldaron a los gremialistas y permitieron que como primera mayoría accedieran a la segunda vuelta de las elecciones FEUC. Pero no seamos inocentes. Esto no es fruto del azar. Esto no es una serie de sucesos fortuitos ni mala pata de los candidatos que se presentan a la elección. Esto es un patrón. Esto es una maquinación de quienes prefieren arriesgar la vida de una persona antes que un par de cientos de votos que podrían hacer peligrar un balotaje. Esto es un modus operandi.