La Defensoría de la Niñez, una institución que tiene como fin velar por los derechos fundamentales de los niños y adolescentes, lanzó un video musical titulado El llamado de la naturaleza. Su letra evidencia, una vez más, cómo instituciones amparadas por el Estado hacen proselitismo político. En este caso, se transmite un mensaje que explícitamente llama a la revuelta e insurrección como también a ignorar la patria potestad.
Tras la “emancipación” de las mujeres gracias a los feminismos radicales y deconstruccionistas, viene la “emancipación” de los niños. Y ojo que el concepto emancipación supone la liberación de un estado de opresión y subordinación para lograr una autonomía. Recordemos que los ejes discursivos marxistas suponen la existencia de un opresor y oprimido, relación que debe erradicarse tras la lucha de clases, al derrocar el sistema capitalista, “neoliberal”, y patriarcal.
Tras abolir la diferencia entre hombre y mujer, gracias a la deconstrucción de la femineidad y la masculinidad ―y por eso ya se habla indiscriminadamente de géneros―, ha sido evidente que el siguiente paso en la agenda progresista es abolir el binario niñez-adultez. Este es el caso del proyecto de ley auspiciado por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), que busca derogar el artículo 365 del Código Penal para despenalizar relaciones homosexuales entre adultos y niños desde los 14 años pues, como señala este colectivo, los niños ―y no otro vocablo― deben “ejercer sus derechos sexuales reproductivos, de su amor y afectividad”.
El video auspiciado por la Defensoría de la Niñez también evidencia cómo desde el mismo Estado se busca subvertir nuestras nociones de lo bueno y lo verdadero, al querer modificar el sentido común. Una agenda instalada que continúa su curso a pesar de que tenemos un gobierno de centro-derecha.
“De pequeño no pude opinar, nos callaban hasta en la cena. Religión u orientación sexual, no eran temas que uno decidiera”. Así comienza esta canción invitando a que los menores de edad no respeten la autoridad ni enseñanza que pueden recibir de sus padres. Algo complejo si vemos cómo se ha buscado instalar en Chile, además, la Educación Sexual Integral (proyecto de ley rechazado en octubre) o cómo aún sigue en discusión el proyecto de ley “Garantías de la Niñez”, que busca instalar el concepto de Autonomía Progresiva en nuestra Carta Magna vigente, que quita toda patria potestad a los padres.
“Ya se derrumbó esa falsa moral, las pancartas lucen la demanda social. Siento que debes empoderarte y volar, saltarse todos los torniquetes, así el proceso constituyente tendrá fuerza, sentido y razón con tu voz”, continúa la canción, apelando directamente a las emociones y a la acción de los menores de edad.
A los niños hay que respetarlos, educarlos y asegurar sus necesidades materiales y espirituales. No obstante, frases como “ya se derrumbó toda esa falsa moral” empujan un adoctrinamiento contra los valores y principios universalizados en Occidente que, para la Defensoría de la Niñez, son inválidos y en su lugar deben instalarse otros marcos morales.
Sin duda el cambio de paradigma de praxis políticas ha evidenciado que no solo se debe trastocar las instituciones para lograr una revuelta contra el capitalismo, pues el plano de convencimiento está en el nivel subjetivo, de los deseos y los afectos. Que los niños y adolescentes se sientan convocados y partícipes de este proceso revolucionario, es una eficaz estrategia para que las insurgencias y revoluciones a futuro puedan ser aún más radicales de lo que Chile ha vivido desde octubre de 2019.
Recordemos que la revuelta empezó con las evasiones masivas al transporte público, en especial con el traspaso de los torniquetes de la red del metro de la capital. Las evasiones fueron escalando durante esa semana, hasta que la noche del viernes 18 de octubre de 2019, la ciudad de Santiago presenció cómo más de 20 estaciones de metro eran quemadas simultáneamente, junto a otros actos insurreccionales como barricadas, saqueos e incendios, mientras la ciudadanía se manifestaba con sus cacerolas, generando un tenso ambiente.
La idea de adolescentes saltando torniquetes aún es una imagen política que se celebra por ciertos grupos. En redes sociales se viralizaron fotografías de secundarios con uniformes escolares liderando estas acciones, acompañados de lienzos y pancartas con frases de militancia política de extrema izquierda, con mensajes feministas, antiespecistas, anarquistas y, sobre todo, contra el capital y el “neoliberalismo”.
Otros se quedaron atónitos, porque no entendían cómo tal ambiente se gestó, permitiendo las condiciones idílicas para que de una revuelta se llegara a la insurrección total. No obstante, algunos miramos con cautela lo sucedido, ya que leímos las señales que anticipaban este y otros hechos, como resultado de décadas de trabajo ideológico y político de las izquierdas.
Tras el escándalo de este video, numerosos personajes del oficialismo lo condenaron, por lo que diputados de RN y de la UDI buscan destituir a Patricia Muñoz, la “defensora” de la niñez. Por otro lado, el abogado Mario Esquivel interpuso una querella en contra de Muñoz, por motivos de la ley de seguridad del Estado, la que fue declarada inadmisible por la Justicia.
Ante este escenario, la defensora pidió disculpas tras señalar que “saltarse los torniquetes” era una metáfora y no un llamado a la revuelta. El video que se encontraba en YouTube fue ocultado, pero prontamente el Movilh lo subió a su canal en esta plataforma.
Sin dudas seguiremos presenciando cómo se adoctrina a los menores de edad para que estos sientan la necesidad de emancipación, sean autónomos y actúen por sí mismos ignorando la autoridad de sus padres. De esta manera, la patria potestad queda reducida por lo que los padres no podrán educar a sus hijos según sus principios. O que si un niño o adolescente quiere ser parte de la revuelta, pero sus padres se lo prohíben, esto sea un acto ilegal sancionado por la institucionalidad. No estamos muy lejos de ello, porque el actual escenario ideológico y cultural permite que estos escenarios puedan ser prontamente posibles.
La emancipación vía adoctrinamiento de los menores de edad también tiene otras aspiraciones que tienen respaldo en la teoría política, como por ejemplo, lo expresado por Shulamith Firestone en La dialéctica del sexo (1970), quien entiende que la infancia es una construcción cultural, por lo que debe abolirse. Por ello concibe que tras la emancipación de las mujeres, viene la de los niños. Sin embargo, señala explícitamente que la abolición de los binarios, como el de niñez-adultez, permite una sociedad distópica en que toda orientación y práctica sexual sea permitida, incluso, las relaciones de niños mayores con adultos porque serían libremente consentidas. Aún estamos a tiempo de evitar este radical escenario.