Señor Director:
Este domingo fueron vandalizados el “Memorial de Jaime Guzmán” y las sedes de los partidos UDI y RN por un grupo de ciclistas que luego los publicó en instagram #NorteSurPedalea. No es la primera vez que sucede, e incluso ha habido peores.
¿Qué lo hace distinto esta vez? Primero, que sucede en momentos en que unos tratan de instalar que la discusión constitucional que se avecina merece acuerdos amplios, mientras otros, apoyados en los resultados, pretenden cancelar la opinión de quienes no piensan como ellos. Segundo, que desde octubre de 2019 en nuestras calles viene avanzando sostenidamente una violencia política feroz, a vista y paciencia de todos, que tiene como objetivo causar temor. Y, como hecho anecdótico, que uno de los detenidos filmado mientras destrozaba y rayaba es el mismo adolescente que causó conmoción pública al caer al río Mapocho durante una manifestación meses atrás.
El sistema político ha intentado dar curso institucional a una crisis que para algunos concentraba malestares no resueltos oportunamente. Sin embargo, la violencia política no ha encontrado respuesta igualmente oportuna. Por el contrario, se han normalizado las funas y agresiones a instituciones y monumentos y a todo tipo de autoridades. El vandalismo al Memorial de Jaime y las explícitas consignas ahí escritas en nada reflejan esperanza en el momento político constitucional en que nos adentramos, sino más bien odio y cancelación del adversario.
La invisibilidad de esta realidad se hace crudamente evidente cuando algunos políticos pretenden denominar “presos políticos” a quienes incendian, saquean y destrozan, o indultar a quienes han cometido delitos igual o más graves que el vandalismo. Nuestro país merece algo más que buenas intenciones para garantizar que la discusión constitucional se desarrolle dentro de márgenes democráticos.