Por Daniela Carrasco
Publicado en La Gaceta, 20 de julio de 2021
Este domingo 18 de julio se realizaron las primarias presidenciales en Chile, para las listas Apruebo Dignidad y Chile Vamos, saliendo electo Gabriel Boric (Frente Amplio) y Sebastián Sichel (independiente) respectivamente. De todas las primarias en la historia política de Chile, estas han sido las que han logrado movilizar a la mayor cantidad de votantes, pues 3.143.006 personas asistieron a las urnas. Por ello, los resultados no dejaron indiferente a nadie. Pues, por un lado, quedaron fuera de las elecciones presidenciales los favoritos de cada pacto pero, por otro, ha quedado al desnudo la profunda crisis de los partidos políticos transicionales.
El 2021 ha sido y será un año de mucha actividad electoral para Chile. El ciclo inició el pasado 25 de octubre con el plebiscito de entrada, en que el 78% de los chilenos optó por redactar una nueva Constitución; luego las mega-elecciones del 15 y 16 de abril, en las que se eligieron convencionales constituyentes, alcaldes, concejales y gobernadores regionales; el 13 de junio fue la segunda vuelta de estos últimos; y el pasado 18 de julio fueron las primarias presidenciales.
En los últimos comicios, dos listas buscaron determinar qué candidato los representará en las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre próximo. En la extrema izquierda, compitieron Daniel Jadue, del Partido Comunista (PC) y Gabriel Boric, del Frente Amplio (FA). Mientras que en la centro derecha oficialista fueron cuatro las cartas: Joaquín Lavín, por la Unión Demócrata Independiente (UDI); Ignacio Briones, de Evolución Política (Evopoli); Mario Desbordes, de Renovación Nacional (RN); y Sebastián Sichel, el candidato independiente.
Jadue y Lavín eran reconocidos como los candidatos fuertes de sus respectivas listas, ya que ambos cuentan con una vasta trayectoria política y han sido alcaldes muy mediáticos en comunas claves en la Región Metropolitana, plataformas que les brindaron una gran visibilidad y popularidad en el país. No obstante, ninguno salió electo por su coalición, pues dos figuras jóvenes, que desafían a los partidos políticos tradicionales, se impusieron.
Gabriel Boric (35 años) salió elegido en el pacto Apruebo Dignidad, con el 60,4% de los votos de esta lista. Obtuvo notoriedad en las revueltas estudiantiles del año 2011, cuando fue presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), mientras estudiaba la carrera de Derecho en esta casa de estudios. No logró sacar el título de abogado, no obstante, esto no le impidió llegar directamente a la Cámara de Diputados en el año 2014. Miembro del Frente Amplio, es autonomista y busca alcanzar una Democracia Radical desde la institucionalidad. Si bien no milita en el comunismo, sus ideas eje giran en torno a una línea más bien heterodoxa de esta vertiente política, asumiendo la deconstrucción en su praxis política al buscar fundar un nuevo Chile.
Por otro lado, el independiente Sebastián Sichel (43 años) fue la carta ganadora de Chile Vamos, quien obtuvo el 49,1% de las preferencias de los votantes de este pacto. Su victoria resultó una gran sorpresa, pues antes militó en la Democracia Cristiana, partido que, si bien se declara de centro izquierda, históricamente se ha inclinado más hacia la vía socialista, cuestión que le ha costado la fuga de militantes el último tiempo (entre ellos el propio Sichel). Igualmente, trabajó en el gobierno de la expresidente Bachelet. A pesar de lo anterior, viene del mundo cercano al presidente Piñera, ya que fue ministro de Desarrollo Social entre 2019-2020 y, posteriormente, presidente del Banco Central de Chile. De hecho, es su rol como secretario de cartera lo que le permitió visibilidad y, posteriormente, popularidad. Con todo, se ha calificado a sí mismo como de “centro” apuntando a capitalizar los votos de la centro derecha y centro izquierda.
Tanto Boric como Sichel representan una discontinuidad de los políticos tradicionales, lo que vuelve a reconfigurar el mapa político de Chile. Pues, no solo son parte de la generación sub-45, sino que también se vuelve a instalar la relevancia de las candidaturas independientes, que fue una tendencia consolidada en las elecciones de convencionales constituyentes. Esto puede dar luces, además, de cómo puede llegar a componerse el Congreso tras las elecciones de diputados y senadores, que también se realizan en noviembre. Pues, los partidos muy probablemente buscarán cartas parlamentarias con perfiles similares, asumiendo que aquello es lo que la ciudadanía hoy valora.
Lo anterior ya ha generado dudas en otras candidaturas presidenciales que no pasaron por el proceso de primarias, como ocurre con el caso del Partido Socialista que ha levantado el liderazgo de Paula Narváez, y la Democracia Cristiana que ha posicionado a la actual presidente del Senado, Yasna Provoste. Ambos partidos, pertenecientes al conglomerado Unidad Constituyente, no han definido si apoyarán a Boric (con lo cual darán una señal explícita de que han aceptado la hegemonía de la izquierda radical) o llevarán sus propias cartas a las elecciones presidenciales, intentando mostrar que aún tienen capacidad de seguir siendo fuerza.
El silencio de la centro izquierda ante esta situación ha llamado la atención de distintos analistas políticos, quienes especulan cómo se comportará ante este nuevo escenario. Pues, si bien Sichel se sitúa al centro logrando adherentes hacia la derecha y Boric llega a la extrema izquierda, este último ha enviado señales hacia el centro de este sector, bajo la premisa de que se requieren dichos votos para ganar. Por otro lado, es probable que la Lista del Pueblo lleve a un candidato más radical que el frente amplista, favoreciéndole en su imagen de moderado.
En la otra vereda política, tenemos a José Antonio Kast del Partido Republicano. De las derechas, fue el único candidato que no se sumó a las primarias de Chile Vamos, pues decidió presentarse directamente a las presidenciales. Es dable sostener que el actual escenario podría favorecer a este partido como una fuerza política robusta dentro del sector, pues, probablemente gran parte del votante conservador de la UDI y Renovación Nacional verá en Kast una opción con la cual identificarse. Por lo anterior, el líder de Republicanos tiene una oportunidad de fidelizar y aumentar su electorado, en especial con aquellos que no se sienten representados con la agenda cultural y valórica (progresista, por cierto) del candidato independiente. Más allá de las reales posibilidades que tenga Kast de pasar al balotaje, este escenario le permitirá disputar escaños en el Congreso, o lo que es igual, intentar consolidarse como una fuerza política con representación.
Si bien la derrota de Lavín en la derecha oficialista, y de Jadue en la extrema izquierda, hablan de un rechazo a los políticos tradicionales, también ha sido leído como una búsqueda ciudadana por despolarizar el ambiente político. Sin embargo, a decir verdad, dicha premisa es aplicable de modo relativo en Boric, pues, comparado con el comunista Daniel Jadue puede parecer menos radical, pero al recordar sus posturas zigzagueantes respecto de la violencia política, sus amenazas de persecución al presidente, su apoyo a terroristas y sus planteamientos en contra del mundo privado, no queda más que domiciliarlo en la extrema izquierda.
En definitiva, los caminos de las derechas e izquierdas aún son inciertos. Estas elecciones primarias han develado la debilidad de los partidos tradicionales, la opción ciudadana por renovar la política, pero además la reducción de la política a su dimensión materialista. Claro pues, si bien Sichel ha demostrado un estrecho vínculo con los planteamientos económicos de la derecha, desde una dimensión “valórica” sus ideas dialogan con el progresismo.
En el caso de la izquierda, todas las discusiones giran en torno a la necesidad de hacer crecer la presencia del Estado para resolver los problemas económicos de las personas. Sin perjuicio de la relevancia de mejorar las condiciones materiales de la ciudadanía, Chile atraviesa una profunda crisis social y política que trasciende esta dimensión (así quedó demostrado con los incendios, saqueos, robos, destrucción de iglesias, y un largo etcétera). Hasta ahora, no hay candidato que hable de esto.