Aborto libre, seguro y gratuito demandan algunas voces feministas. Las tres causales no bastaron. Defienden un supuesto derecho a elegir, porque abortar dependería de la libertad de las mujeres. Sin embargo, esto es un error, no sólo por motivos biológicos, sino además porque es un retroceso desde el punto de vista político y cultural; los esfuerzos en Occidente por respetar y valorar los derechos humanos y la dignidad de las personas sufren un revés gravísimo al aprobar el aborto. La humanidad tiene un deber moral con la especie, el cual se expresa en el cuidado del otro, particularmente del más débil.
El aborto lesionará la convivencia social porque le quita valor tanto al derecho inviolable a vivir como a la dignidad humana. El respeto por la vida es el soporte fundamental de toda comunidad política porque la razón de ser de esta –y de las políticas que en su interior se impulsan- es precisamente procurar el bien de todas las personas. En ese contexto, es necesario preguntar por qué el Estado puede desconocer un compromiso con quienes aún no nacen, pudiendo dejarlos desprotegidos. Las razones que explican las tres causales no dan respuesta a esta pregunta porque los motivos nobles para eliminar la vida de algunos sobran, pero sabemos que por los argumentos esbozados acá, no se permiten.
Caminamos hacia un individualismo que hará peligrar nuestra vida política porque ésta se desarrolla necesariamente en lo común, y sin respeto por la otredad, lo común es imposible. Por eso el aborto es un retroceso. El Estado y la política se autoinflingen un daño irreparable al aprobarlo.