El pasado lunes 12 de julio, en el Cementerio General de Santiago, se realizó una ceremonia de desagravio en la tumba del exsenador Jaime Guzmán debido a la profanación sugfrida en el marco de un ataque perpetrado en el mausoleo donde descansa junto a su madre, en el contexto del funeral de Luisa Toledo.
En esta oportunidad, no sólo fue vandalizado su sepulcro con rayados prosaicos e insultos, sino que también quemaron su cruz, removieron su lápida y, lo más grave, robaron el ánfora con las cenizas de su madre, Carmen Errázuriz.
Dicha profanación fue repudiada por dirigentes del gremialismo y de los otros partidos de Chile Vamos, quienes participaron de la ceremonia, anunciando acciones legales contra quienes resulten responsables de los daños, así como también una demanda civil contra el cementerio por abandono de deberes.
Dentro de sus asistentes, destacó la participación del presidente de la Unión Demócrata Independiente, Javier Macaya y la Secretaria General del partido, María José Hoffmann, además de dirigentes de RN, Evópoli, el PRI y parte del equipo de la Fundación Jaime Guzmán.
La instancia estuvo marcada por declaraciones que condenaron este ataque deleznable. Durante el punto de prensa, Macaya fue enfático en decir que “no es posible que la forma de expresar diferencias políticas en Chile sea con este nivel de odio, con este nivel de irracionalidad”.
Por su parte, el presidente de Renovación Nacional, Francisco Chahuán, quien también estuvo presente en la ceremonia, remarcó que “hoy fue la tumba de Jaime Guzmán y la profanación de las cenizas de su madre, ayer fue el mausoleo del general Baquedano. ¿Mañana quién? El llamado es a no permanecer indiferente”.
Antes de finalizar la ceremonia, los asistentes dejaron una ofrenda floral en la tumba de Guzmán.