Independiente del resultado del próximo plebiscito del 17 de diciembre, durante estos dos procesos constitucionales los diferentes proyectos de izquierda han demostrado que, en el fondo, su problema constitucional está referido, en la actual y cualquier otra Carta Magna, a los contenidos que la compongan. De otro modo, no aprobarán sino aquella que se funde en su propio proyecto ideológico refundacional. Y seguirán insistiendo. Lo hicieron por décadas, incluso después del rotundo rechazo que la ciudadanía le propició el 4 de septiembre de 2022. Sin embargo, un triunfo del “A favor” contribuirá a quitarle legitimidad a los partidarios del texto de la Convención anterior para persistir en sus ambiciones radicales. Por una parte, sería la ciudadanía la que se opondría nuevamente al espíritu octubrista que carcome a nuestro país hace ya cuatro años, representado hoy por los partidarios del “En contra”. Por otra parte, con su voto “A favor”, los chilenos estarán reafirmando el valor de nuestra tradición constitucional, comunicando de manera clara al gobierno —y la clase política en su conjunto— su deseo de que Chile vuelva a progresar sobre la base principios trascendentes y un régimen institucional estable, capaz de hacerse cargo de los desafíos del presente en materia de familia, educación, salud, seguridad, medio ambiente, etc.