El 15 y 16 de abril, en Chile se celebraron las mega elecciones para elegir convencionales constituyentes, gobernadores regionales, alcaldes y concejales. Sin duda, fue un momento histórico para el país, pero sus resultados demostraron cómo las ideas de la extrema izquierda y la izquierda se han consolidado en la sociedad chilena. Por otro lado, la coalición de la derecha sufrió grandes pérdidas, viéndose debilitada ante el proceso constituyente en curso y las próximas elecciones de noviembre. Sin duda, la etapa transicional y de los acuerdos se clausuró, y la política partidista formal tuvo una gran derrota.
Cerca de las 18 horas, se cerraron las urnas y comenzó el conteo de los votos. La prioridad era obtener los resultados de los convencionales constituyentes por su relevancia histórica, pues 155 miembros redactarán el nuevo proyecto constitucional. Electos en 28 distritos, deben cumplir paridad entre hombres y mujeres. Además, hay 17 escaños reservados para pueblos originarios.
No obstante, mientras pasaban las primeras horas, los resultados preliminares ya nos develaban una tendencia que se confirmó durante este lunes. La coalición de la derecha no alcanzó el tercio esperado, es decir, 52 de los 155 constituyentes, que permitía vetar artículos extremistas. Asimismo, la izquierda radical se impuso con figuras del Partido Comunista y del Frente Amplio.
Hubo dos sorpresas: la gran cantidad de independientes electos –que también comulgan en su mayoría con el progresismo– y que ningún bloque de partidos políticos logró el tercio.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que la abstención electoral fue alta, pues solo el 42,5% del padrón electoral fue a votar. En cambio, para el plebiscito del 25 de octubre pasado, el 50,9% del padrón asistió a las urnas.
Pese a haber sido un golpe para el oficialismo también lo fue para la centro-izquierda, simbolizada en la ex Concertación. Aun así, el pacto Vamos por Chile fue el que obtuvo más escaños (37), siendo el partido Unión Demócrata Independiente (UDI) el que más candidatos electos obtuvo (17), seguido por Renovación Nacional (15) y Evopoli (5).
La derecha logró destacar con algunos liderazgos definidos que tuvieron claras convicciones y que no se sedujeron por los discursos progresistas, como Marcela Cubillos (UDI) en el Distrito 11 y Teresa Marinovic (Republicanos, con cupo de RN) en el Distrito 10. Dos liderazgos femeninos que justamente levantaron las banderas de la libertad y el respeto a la dignidad de la persona humana, lo que les permitió obtener primera mayoría en las listas de sus respectivos distritos.
A pesar de lo anterior, si bien las listas de la oposición obtuvieron menos constituyentes, la suma de ellos es superior a la de las derechas. La lista del Apruebo obtuvo 25 candidatos electos; Apruebo Dignidad 28; Nueva Constitución 11 y la lista Del Pueblo obtuvo 27. Mientras que 27 independientes entraron a la convención constituyente.
Por otro lado, las elecciones municipales también fueron reveladoras. Municipios claves, que fueron liderados por la derecha, pertenecerán al Partido Comunista (PC) y al Frente Amplio (FA), develando cómo estas ideas no solo están en las bases sociales sino que también han escalado a la esfera institucional. Por ejemplo, la alcaldía de Viña del Mar, históricamente perteneciente a la UDI, tendrá a Macarena Ripamonti (FA) como alcaldesa. En la comuna de Santiago, la candidata del PC, Irací Hassler, venció a Felipe Alessandri (RN), quien se esperaba que saliera reelecto. Kathy Barriga (UDI) no fue reelecta como alcaldesa en Maipú, pues Tomás Vodanovic (Frente Amplio) se impuso. Mientras que el precandidato presidencial comunista, Daniel Jadue, logró la reelección como alcalde en Recoleta, con el 64, 09% de los votos.
En gobernadores locales, la coalición de la derecha no logró posicionar a ningún candidato, ni siquiera en los casos que pasaron a segunda vuelta. En la Región Metropolitana se esperaba una segunda instancia entre Claudio Orrego (Democracia Cristiana) y Catalina Parot (Evopoli), pero solo el primero llegará a esta instancia con la candidata del Frente Amplio, Karina Oliva.
La configuración de las fuerzas políticas, tras estas elecciones, deja nuevos escenarios. Por un lado, las izquierdas se han impuesto como la fuerza hegemónica, incluyendo sus vertientes más radicales. Por ello, es posible señalar que el proceso subversivo que se impuso desde las revueltas del 18-O se ha consolidado y ha tomado una vía institucional.
En la otra vereda, se consolida Republicanos como una facción válida dentro de las derechas. Pues, si bien no ganaron las alcaldías de las comunas de Vitacura y Las Condes, ambos candidatos superaron el 30% de los votos. En el caso de la primera comuna, obtuvieron 2 concejales y 3 en la segunda.
Pero este nuevo escenario tuvo un impacto económico, afectando negativamente a la Bolsa de Santiago. Al cierre del día viernes, 1 dólar correspondía a $699 pesos chilenos. Pero para las primeras horas del día lunes, el dólar aumentó $22,5 pesos chilenos cotizándose en $720 pesos, a pesar del aumento del precio del cobre. El IPSA, por su parte, cayó un 9,6%, reflejando un peor escenario tras el primer retiro del 10% de las AFP, que solo alcanzó los 3 puntos.
Muchas pueden ser las lecturas tras estas mega elecciones, pero una de ellas es advertir que las ideas no se defienden con meros pactos electorales. Como también que la fragmentación no ayuda a la derecha chilena. Volver a los principios valóricos, conocer sus fundamentos y defenderlos con una clara convicción debe ser el camino. Asimismo, entender que son más los puntos en común que las diferencias dentro del sector. Lo anterior es algo que se debería considerar ya en el corto plazo, teniendo en cuenta que las próximas elecciones de presidente, diputados y senadores son en el mes de noviembre.
También es posible señalar que se debe abandonar la praxis pragmática que caracterizó al actual gobierno, como también la hibridez de discursos, tal como ocurrió con el Pacto por la Paz y la Nueva Constitución del 15 de noviembre del 2019, en que se cedió ante la insurrección izquierdista. Tampoco hay que avergonzarse de la defensa de los principios de la dignidad humana, la libertad y la propiedad privada. Pues, cuando se vulneran estos aspectos, es la vida de cada persona la que se ve directamente afectada.