Señor Director:
Ante el anuncio de la visita de Estado del Presidente de Brasil Jair Bolsonaro, varias autoridades y personajes del mundo político han anunciado -pese a no haber sido invitados aún- su rechazo al almuerzo protocolar con el primer mandatario carioca.
No deja de llamar la atención que los presidentes de ambas cámaras hayan decidido no ir por “convicciones políticas”, me pregunto si esas convicciones tienen que ver con negar la validez de un presidente, o de mirar en menos el criterio y la voluntad de los millones de brasileños que lo eligieron. Porque esa es la señal que se transmite: nuestras autoridades menosprecian la voluntad de todo un pueblo que ha decido, mediante las urnas, que Jair Bolsonaro sea su primer mandatario.
¿Cómo es que la oposición tiene la frialdad de hablar de convicciones política y justificar desde los derechos humanos su agravio hacia el pueblo brasileño? Si esta misma oposición que hoy se niega a compartir la mesa con un -bajo su punto de vista- violador de derechos humanos, ayer abría las puertas de par en par a personajes como el matrimonio Honecker y guardó silencio cómplice cuando dos de sus representantes visitaron en secreto a uno de los asesinos de Jaime Guzmán.
Tal parece ser que no es problema compartir con defensores de asesinos terroristas, violadores de derechos humanos y uno que otro defensor del dictador venezolano Nicolás Maduro. Pero ¿Recibir al representante del pueblo de Brasil? No, eso sí que no, ahí tienen “convicciones políticas”.