Como se ha señalado, es dable sostener que la democracia chilena está bajo amenaza. Esto se evidencia cuando estalló la revuelta del 18-O develando malestares reales pero que luego fueron articulados políticamente. Por ello se instaló el discurso de que se debe subvertir literalmente todo, aceptando incluso la violencia como una práctica política. Y eso se ha expresado desde la insurrección en las calles chilenas, hasta su relativización y apoyo desde la propia institucionalidad. Al respecto, si bien ejemplos abundan, basta recordar el reciente y polémico video que salió desde la defensoría de la niñez.
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