Desde la insurrección de octubre, se ha hecho evidente que las instituciones políticas verticales -el ejecutivo, el legislativo y los partidos políticos, entre otros- no han dado el ancho en entender el conflicto en curso. Una de las expresiones más claras de este diagnóstico es de aquellas parlamentarias de Chile Vamos que se han declarado “feministas de derecha”. Sin embargo, lo que ignoran -al igual que otras figuras políticas femeninas del sector- es que el feminismo busca a acabar con los fundamentos de lo que la derecha históricamente ha representado.
El feminismo que se ha instalado en Chile desde las movilizaciones masivas del 2018 tiene expresiones desde el post-marxismo hasta del anarquismo, y su matriz difiere tanto ética como antropológicamente al de una persona que comulgue con ideas del conservadurismo y del liberalismo. Tanto liberales como conservadores creen en la dignidad humana, la defensa de la vida, y la libertad, por ejemplo. Las expresiones del feminismo en Chile, en cambio, descalifican al hombre por ser tal, cancelan el derecho a la vida y, por ende, desconocen los límites de la libertad, o, lo que es peor, reniegan del valor de ésta. Todo quien acalla y prejuzga generalizadamente al resto de los seres humanos sólo por pertenecer a otro sexo no respeta ninguna libertad.
La literatura que soporta al feminismo que se ha diseminado en las diferentes Universidades chilenas (permeando al resto de la sociedad), apunta, entre otras cosas, a dislocar nociones antropológicas fundamentales para la derecha (como la naturaleza humana, por ejemplo, que funda toda su cosmovisión social). Esas mismas fuentes literarias además coinciden en que el Estado es opresor o que el neoliberalismo contribuye al heteropatriarcado.
En estos discursos se busca condenar a las mujeres “burguesas” que viven los “privilegios” del sistema, llamadas “femeninas, neoliberales y/o heteropatriarcales” por no cuestionarse la supuesta imposición del patriarcado y por convertirse en reproductoras de estas injusticias. Consignas como “ni la cuica ni la paca son compañeras” o “aliadas” son tan conocidas como develadoras. El feminismo es una posición política que busca imponerse como una alternativa a este sistema democrático y no busca la igualdad, menos en un sistema que, dice, se debe destruir. Todo esto justifica además la intención de diferentes movimientos feministas de declarar una “batalla al sistema político”, que tiene como fin un “Estado Feminista”.
Muchas veces se ha señalado que existe una opción de adherir a un feminismo liberal. Sin embargo, dicho feminismo ya está tan superado como obsoleto. El feminismo contemporáneo nada tiene que ver con liberalismo, pues se vincula más bien a un estadio avanzado del marxismo.
Por eso es un gravísimo error en todos los sectores de la derecha creer que, por estar a favor de que las mujeres participen en la política, que tengan las mismas oportunidades que los hombres, o condenar toda violencia hacia nosotras, comulgamos automáticamente con los soportes del feminismo. A no ser, claro, que las ideas de la derecha -en este escenario de crisis- se hayan sofisticado tanto como para creer que debemos avanzar hacia un Estado feminista, hacia el aborto libre, que el Estado es violador, que las mujeres “burguesas” son enemigas del resto, o que incluso hay que oponerse a la economía libre.