La calidad educacional es mala y está estancada. La brecha educacional entre quienes estudian en colegios privados y quienes lo hacen en colegios públicos ha aumentado, a pesar que el presupuesto público para educación se ha duplicado. Los resultados del SIMCE, la PSU y de la prueba internacional PISA nos muestran un pobre desempeño y un aumento en las desigualdades de los resultados obtenidos según ingresos familiares. La reforma a la ley general de educación no servirá de mucho si no se abordan las verdaderas causas del paupérrimo nivel de nuestra educación: la falta de incentivos para los buenos profesores y la falta de castigo para quienes tienen un mal desempeño amparado en la inamovilidad que les brinda el estatuto docente.
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