Por Felipe Lyon
Publicado en La Tercera, 26 de marzo de 2022
El rechazo del 97% del primer informe de la comisión de Sistema Político, el pasado viernes 18 de marzo, es uno de los hechos más bochornosos que ha enfrentado la Convención Constitucional. Este resultado fue el predecible corolario de una propuesta plagada de contradicciones y de verdaderos experimentos institucionales, que le valieron recibir un portazo sin precedentes en el Pleno. Es de esperar que la mayoría de esta comisión recapacite y entienda que su rol no es reinventar la rueda, sino mejorar lo que ya tenemos y sabemos que funciona.
Cambiar de raíz el sistema político, instalando un congreso unicameral con potestades sin contrapeso nunca fue una buena idea. Ese modelo -con matices- no sólo ha fracasado en países vecinos, sino que asoma como la fórmula perfecta para la inestabilidad, la fragmentación política y la poca eficacia de los futuros gobiernos. Cuestión paradójica, dado que esos tres elementos fueron diagnosticados transversalmente como los problemas a solucionar por esta comisión.
Varias iniciativas propuestas desde un inicio -desde el PS hasta la UDI- consideraron reforzar el sello de representación regional del Senado, pero conservando la estructura de doble discusión (que mejora los proyectos de ley) y no exacerbando el centralismo (como haría una cámara única). Ese tipo de propuestas, acompañadas de un Ejecutivo con mejores herramientas para colaborar con el Congreso, sí asoman como alternativas viables para enfrentar mejor los tres problemas antes mencionados.
Como han sugerido varios expertos que expusieron ante la comisión de Sistema Político, ésta tiene la tarea de corregir defectos, más que instalar el modelo preferido de cada quien. La institucionalidad chilena ha tenido otras crisis y en todas ellas se salió reconociendo nuestra historia institucional, y construyendo a partir de ella. Lamentablemente, muchos convencionales buscan crear algo inédito, romper con lo establecido -incluso algunos construir un traje a la medida de su gobierno- antes que consensuar soluciones realistas y efectivas. Desde acá les recordamos que su laboratorio es Chile y que sus experimentos los sufrirán los chilenos por décadas si no se corrigen a tiempo.