Este domingo, 28 de agosto, hemos sabido del sensible fallecimiento de Francisco Rosende, destacado economista, universitario permanente y ejemplar, con un notable sentido de servicio público, generoso como ninguno con su tiempo e inteligencia. Un servidor público que por más de una década dedicó parte de su tiempo para contribuir a los cursos de formación y cuanta charla la Fundación Jaime Guzmán lo invitaba a participar, plasmó en cotidianas charlas vespertinas, donde destinó tiempo y convicción a estimular y traspasar sus vastos conocimientos a generaciones de jóvenes movidos, igual que él, por el servicio público.
Un defensor permanente de la pobreza, desde su disciplina buscaba ser un soporte al servicio público, planteaba la importancia de una acción estatal que se concentre en aquellos que tienen menos, que permita “la focalización de las políticas públicas en los grupos más pobres”.