La huelga general convocada por la Coordinadora del Movimiento Feminista “8M” para este viernes 8 de marzo está lejos de representar a las mujeres chilenas. La instrumentalización ideológica de este día por parte de algunos grupos ultra está lejos de ser sólo un repudio a la violencia que puede vivir una mujer, o de representar una búsqueda de igualdad en aspectos civiles.
Esta huelga, siguiendo los lineamientos de países como España, busca paralizar todos los ámbitos de la vida diaria para celebrar este día (trabajo, crianza, estudios). Además la acompañan consignas propias de una izquierda radicalizada como No+AFP, aborto libre, desmilitarización en Wallmapu, y otras en la línea de hacer una lucha al sistema “patriarcal y neoliberal”.
Existe una izquierda que, subida a esta ola feminista, pretende aglutinar diferentes problemáticas para generar un conflicto que una transversalmente diferentes intereses políticos. Aquel intento, en un imaginario político acéfalo por el que pasa la izquierda es tan arriesgado como tramposo. Claro, pues el feminismo es hoy un “caballo de troya” que intenta activar otros dispositivos de malestar, pero a la vez olvida que las hegemonías laclausianas responden a dinámicas ajenas a los autonomismos que reclaman los diferentes movimientos.