Señor Director:
Al informarme del anuncio de la llamada bancada feminista que propone eliminar todos los reconocimientos públicos (calles, plazas, monumentos, etcétera) a Jaime Guzmán, mi reacción son dos reflexiones que intentan interpretar la motivación de las diputadas.
La primera me lleva a entender este anuncio como una expresión exagerada, en tanto no hay razón que la justifique. Los diferentes testimonios que existen sobre Jaime Guzmán siempre han dado cuenta de la respetuosidad de su trato y su profunda y genuina preocupación por las personas, todas las personas. Es más, Jaime mantuvo profunda y fraterna amistad con muchas mujeres, las cuales han entregado sus testimonios públicamente en más de una oportunidad y por distintos medios (por ejemplo, véase el libro «Testigos de una vida de servicio público», Editorial JGE, Santiago, 2017). Es decir, es la propia historia la que contradice la voluntad de las diputadas.
Esta reflexión me llevó a buscar otra causa que explique tan extrema pretensión. En ese contexto, y dada la precaria justificación que presentan en su anuncio, no pude sino vincular esta acción con la sistemática fijación que parte de la izquierda ha tenido con la figura de Jaime Guzmán. Parece ser una nueva acción en la incansable campaña de bullying que busca negar o borrar su valor político e histórico. No basta con haberlo asesinado, ni tampoco denostar o torcer sus ideas, ahora se trata de invisibilizarlo hasta hacerlo desaparecer de la historia. Parece ser el intento de una cierta izquierda de ganar por walk over y de eliminar a todo aquel que contradice «su» verdad.