El pasado miércoles, me tocó revivir mis tiempos en el Mineduc cuando era pan de cada día enfrentar la verdadera intolerancia protagonizada por supuestos estudiantes que eran capaces de llegar al extremo de la violencia, la falta de respeto y la vulneración de los derechos más básicos.
Eran las 12 hrs., y yo llegaba a la Fundación Jaime Guzmán —lugar donde trabajo— al mismo tiempo que un grupo de 20 estudiantes, la mayoría secundarios, ingresaba sin autorización a la Fundación, mientras colgaban papelógrafos en favor de la reforma tributaria y entonaban algunos gritos previamente ensayados:
“Compañero Jaime Guzmán -¡Ausente!
Compañero Jaime Guzmán -¡Ausente!
¿Quién lo mató? -¡El Frente!
¿Quién lo vengará? -¡Nadie!
¿Por qué? -¡Por facho!, ¡Por facho!, ¡Por facho cul…!”
“Adelante, adelante, obreros y estudiantes
Atrás, atrás, derecha incapaz”
Reconocí dentro del grupo a uno de los voceros de la CONES, un muchacho del Liceo Barros Borgoño, que casualmente recordaba por su alcance de nombre con Ricardo Paredes, Economista y profesor de la UC con quien hemos trabajado en materias de Educación. Me acerqué y le pedí que me explicara de qué se trataba esto. No recibí respuesta alguna; al parecer el dirigente tenía instrucciones de no dialogar.
Tras recibir todo tipo de insultos y descalificaciones por una carta que había sido publicada ese mismo día en el diario La Tercera con mi firma, y en la que hacía un llamado a defender la libertad de enseñanza, se me acercó una joven y me derivó con la persona que estaba realmente a cargo del grupo. Todo esto al son de los gritos que seguían:
“Lo que el pueblo necesita es educación gratuita, porque el pueblo está cansado de las leyes del Estado”
Esta vez el interlocutor era un joven universitario. Se me acerca, y con aire educado me llama a no preocuparme, señalando que la ocupación sería “pacífica” (asumo que se refería exclusivamente a violencia física, ya que las consignas eran odiosas y violentas), ya que la prensa venía en camino y ese era el objetivo. El dirigente de la CONES venía configurado y producido para la situación: era el único del grupo con uniforme escolar impecable, mochila, chapitas, una patilla rebelde y, por supuesto, el ceño fruncido para mostrar indignación moral. Sólo había que esperar que reprodujera la cuña y se retirarían pacíficamente.
Le dije que estaba disponible para sentarme a conversar con ellos y debatir en torno a las distintas ideas que tenemos en materia de educación o de reforma tributaria, pero que mientras se mantuvieran transgrediendo la propiedad de la Fundación sin nuestra autorización, me vería obligado a llamar a Carabineros.
Las consignas seguían de acuerdo a lo ensayado:
“Burgueses, burgueses, tiemblen de miedo, porque salió a la calle el hijo del obrero”
“Udi, cretina, fascista y asesina”
Mientras tanto, desde el otro lado de la reja, aparecía un nuevo personaje en escena. Se paseaba nervioso con su celular y un vaso del Starbucks. Cuando llegaron las cámaras, le dio los últimos consejos al vocero y se acercó a la reja a llamarle la atención a un par de jóvenes que se habían salido del libreto gritando en contra de Bachelet y la Nueva Mayoría.
Finalmente, los jóvenes hablaron con los medios de comunicación e hicieron abandono del lugar antes de que Carabineros lo hiciera por ellos. Durante la tarde, hicimos circular en las redes sociales una foto del personaje involucrado y logramos identificar a la persona que consumía cafeína proveniente del “imperio capitalista”: era Cristián Andrade, ex dirigente universitario y actual coordinador nacional de universitarios de la Juventud Comunista.
Con este relato, sólo quiero dejar en evidencia la hegemonía de los partidos de la Nueva Mayoría sobre las dirigencias estudiantiles y algunas asociaciones gremiales como el colegio de profesores, la CUT, etc. La instrumentalización de los movimientos sociales sólo desvirtúa la legitimidad de sus demandas.
Vuelvan a leer las consignas de sus gritos y díganme si realmente creen que responden a sus intereses como estudiantes o más bien a los intereses de una izquierda que busca, a través, de la promoción del odio y la lucha de clases, sustentar un proyecto político y social que agoniza en el mundo entero.
No perdamos la capacidad de asombro y denunciemos estas situaciones cuando ocurran. Sólo de esa forma podremos distinguir la genuina motivación de los interlocutores que representan a los movimientos sociales, y su disposición a construir un Chile con mirada de futuro y no del pasado.
Sebastián Figueroa
Director del Área de Servicio Público
Publicada en ChileB, 13 de mayo de 2014