La fracasada reunión de la ministra Siches en La Araucanía con miembros de las comunidades mapuches de Temucuicui, la que terminó en disparos y con un rápido éxodo de las autoridades hacia el resguardo policial del que en un inicio rehuyeron, no solo es muestra de arrogancia e inexperiencia de la nueva ministra sino que es reflejo de una concepción errada del gobierno respecto de cuál es el enfoque que sus propuestas de seguridad deben tener para enfrentar los conflictos que se viven en distintas zonas del país.
En materia de seguridad, el programa de gobierno de la nueva administración trata principalmente de temáticas referentes a cambios estructurales de las Policías que buscan reivindicar su supuesta falta de efectividad en zonas de conflicto —especialmente en La Araucanía—, el favorecimiento del diálogo hacia las comunidades indígenas como salida a dichos conflictos y el someter el uso de la fuerza estatal al control del poder civil.
Si bien es cierto que las policías requieren cambios estructurales con el fin de mejorar su eficiencia —mejoras cuya tramitación legislativa inició durante la administración del ex presidente Piñera—, el programa del presidente Boric está teñido de una mirada ideológica que refleja la superioridad moral que aqueja a sus autores, una latente falta de realismo e, incluso, un dejo de ingenuidad respecto de la capacidad de negociación de la izquierda más dura de Chile como cabeza del poder Ejecutivo.
Para entender la relación entre dicha mirada ideológica y poco efectiva de resolución de los problemas de seguridad, especialmente en La Araucanía, repasaremos brevemente los puntos principales del programa del actual gobierno en materia de seguridad y orden público.