La noche del lunes 15 de marzo, el programa chileno Mentiras Verdaderas, del canal La Red, entrevistó a Mauricio Hernández Norambuena, militante del grupo terrorista “Frente Patriótico Manuel Rodríguez” (FPMR). La entrevista fue realizada de manera telemática, pues el extremista se encuentra en la Cárcel de Alta Seguridad cumpliendo condena por el asesinato al senador Jaime Guzmán, y por el secuestro de Cristián Edwards, hijo del dueño del diario El Mercurio (ambos en 1991). Gendarmería y el Poder Judicial señalaron que esta entrevista no estuvo autorizada.
El terrorista aprovechó la oportunidad para limpiar su imagen, hacer apología a la violencia del 18-O y a los supuestos “presos políticos”.
No es una novedad que el Partido Comunista (PC) ha avalado históricamente la lucha armada y ha tenido una erótica relación con la violencia. Durante el Régimen Militar (1973-1990), el PC se fue a la clandestinidad y tuvo un brazo armado, el “Frente Patriótico Manuel Rodríguez” (FPMR), una agrupación guerrillera y terrorista que cometía secuestros, robos y asesinatos. No obstante, con el retorno a la democracia plena, el FPMR se separa y una parte del grupo siguió cometiendo actos terroristas. Los otros se quedaron en el PC.
Por ello, los comandantes (los que toman las decisiones) del FPMR crearon el plan “No a la impunidad” que contaba con una lista de militares y civiles quienes fueron objetos de atentados y asesinatos, más el secuestro de niños y también el robo de bancos para financiar sus acciones terroristas.
En 1990, Chile retornó a la democracia plena, pues el general Pinochet llamó a elecciones presidenciales tras los resultados del plebiscito del año 1988. En consecuencia, en marzo de 1990, Patricio Aylwin asumió como presidente de Chile y también se eligió un Congreso Democrático. Entre ellos, salió electo como senador de la República Jaime Guzmán, quien fue uno de los abogados expertos en redactar el anteproyecto constitucional que dio origen a la Constitución de 1980 que aún está vigente. Además, en ese entonces se desempeñaba como profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica (PUC).
El 1º de abril de 1991, los terroristas del FPMR asesinaron a Jaime Guzmán a la salida de la PUC tras dictar clases, y en septiembre de ese mismo año secuestraron al hijo del dueño del diario El Mercurio, Cristián Edwards. Pero no fue hasta 1993 quela justicia capturó a Mauricio Hernández Norambuena (alias Comandante Ramiro) junto a Agdalín Valenzuela en un servicentro, ambos miembros del FPMR.
Por estos dos crímenes, se le condenó a dos cadenas perpetúas junto al terrorista y autor material del crimen de Guzmán, Ricardo Palma Salamanca, quienes cumplieron sentencia hasta el 30 de diciembre de 1996, día que ambos escaparon de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) con la ayuda de un helicóptero, junto a otros dos frentistas.
Desde la fuga en 1996, la justicia chilena perdió el rastro a los frentistas, pero se cree que terminaron en Cuba. En el caso de Hernández Norambuena, recién se lo pudo ubicar en 2002 en Brasil, tras el secuestro a Washington Olivetto, un publicista brasilero, acto que realizó junto a otros cinco terroristas (dos chilenos, dos colombianos y una argentina). Por lo anterior, fue sentenciado en Brasil a 30 años de cárcel. Desde ese entonces, el gobierno chileno pidió la extradición de Hernández Norambuena, la cual se otorgó cuando cumplió la mitad de la pena y el gobierno del presidente Bolsonaro aprobó la extradición.
El terrorista retornó a Chile en agosto de 2019 a la Cárcel de Alta Seguridad para cumplir su sentencia, misma que –por las nuevas disposiciones de los tratados internacionales– fue reducida de dos cadenas perpetuas a 15 años por cada condena, es decir 30 años en total. Pero como cumplió dos años en prisión en Chile antes de la fuga, desde 2019 debe cumplir 28 años de cárcel.
Pero desde su llegada a Chile, la izquierda radical ha hecho una apología a la figura de los frentistas y en el caso de Hernández Norambuena se ha pedido su liberación por ser un “preso político”, lo que es absurdo pues está procesado por la justicia por violentos actos terroristas.
Fue a este sujeto, quien escapó de la justicia y además fue condenado en Chile y en Brasil, a quien se le dio tribuna en un programa de casi dos horas. Episodio donde señaló que el Frente Amplio y el Partido Comunista serían de “centro izquierda”, develando su extremismo ideológico. También dijo que le gustaría un gobierno provisional, tras destituir al presidente Piñera. Aseguró también que el asesinato a Jaime Guzmán fue “una operación justa”.
En esta oportunidad, habló también su hermana, su abogada y el premio nacional de Historia, el izquierdista Gabriel Salazar, quien aprovechó de hablar del supuesto “derecho a rebelión”.
Sin embargo, ante este hecho surgen numerosas preguntas. ¿Cómo es posible que un terrorista, que cree en la lucha armada, encarcelado en la Cárcel de Alta Seguridad, pueda dar una entrevista por casi dos horas vía Internet? Además, ¿cómo es posible que se otorgue un espacio televisivo al asesino de un senador en plena democracia?
No cabe duda alguna que esta entrevista atenta contra todo Estado de Derecho, pues el Poder Judicial (que sentenció a Hernández Norambuena) no autorizó dicha transmisión, como tampoco Gendarmería, por lo que vulnera toda ética democrática. Esto es aún más grave cuando estamos a dos semanas que se cumplan 30 años del asesinato de Jaime Guzmán, caso que aún está impune y ha demostrado la red de protección internacional que tienen los frentistas.
Esta entrevista es un acto deleznable como también sintomático del momento insurreccional que Chile viene viviendo desde el 18-O. La democracia está totalmente corrompida, no hay respeto por las instituciones ni por la dignidad de las personas y menos por su memoria. Los (no) valores líquidos han creado una sociedad totalmente esquizofrénica, donde se avalan asesinatos, secuestros y crímenes. Esos son los héroes de esta decadente sociedad, demostrando que la ciudadanía no aprende de la historia ni recuerda las penurias que Chile vivió durante la segunda mitad del siglo XX por culpa de la extrema izquierda.