Señor Director
Desde que se firmó el acuerdo por la paz y nueva constitución en noviembre de 2019 se comenzó a instalar el clivaje respecto de qué sectores leerían mejor los malestares y las nuevas formas de participación política. Esto ha impactado a los partidos tradicionales generando una especie de apresuramiento por mostrarse modernos y ad hoc a los nuevos tiempos. Lo nuevo parecía, por sí mismo, virtuoso.
Sin embargo, hoy, los partidos siguen más debilitados que hace dos años, y 34 convencionales provenientes del mundo independiente -los mismos que contribuirían a una mejor y más justa representación- pretenden devenir en una nueva casta, más arrogante, despótica, interesada y excluyente que aquella que denunciaban. El nuevo estilo comienza a mostrar prematuramente sus vicios, y los partidos enfrentan, probablemente el mayor desafío de los últimos treinta años, cual es es defender el Estado Derecho y la Democracia.
En medio de un escenario de causas mediáticamente épicas, tal vez esta sea la más real y urgente.