La vorágine política que se impone en estos tiempos ha llevado al extremo de plantear una verdadera refundación de la República. Se ha impuesto en los hechos, ya sea por la violencia callejera, la violencia rural y la actuación política de los representantes de la gente, una suerte de excepcionalidad del cumplimiento de la Constitución y las leyes. Esto se torna tanto más grave, considerando que se pretende instituir un proceso constituyente que tenga por fin una nueva Constitución. Es por esta razón, que se hace necesario reforzar el sentido que debe tener el orden constitucional, y particularmente, cuáles son sus fundamentos, sobre todo en un escenario en que parece difuminarse el propósito de una Constitución. Es necesario volver a revisar que la comunidad política no tiene una justificación en sí misma, si no por referencia a las personas, y que por tanto el Estado —comunidad política organizada— será siempre un instrumento al servicio de éstas. Una verdadera discusión constitucional, no debe obviar, por lo tanto, que el centro y objeto de la Constitución, es generar los medios y condiciones más propicios para conseguir un desarrollo humano integral.
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