Introducción
Así como la vida y la muerte van de la mano, la salud y las enfermedades son inseparables. Es por ello que combatir una enfermedad debe hacerse de la manera más eficaz posible, debe ser una prioridad nacional y una política de Estado, justamente en virtud del rol subsidiario de este; de lo contrario, podemos estar por años padeciendo un mal que puede —incluso— poner en peligro un modelo de desarrollo personal, familiar, social y económico de todos y cada uno de los individuos que habitan en el territorio de la República. Hay veces que olvidamos que importantes pandemias que asolaron la faz de la tierra duraron varios años, y una pronta respuesta es lo que se requiere para combatir adecuadamente el virus.
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Es menester recordar, en este sentido, la Peste de Justiniano que azotó Bizancio; la Peste Negra, que destruyó Europa durante los años 1346 a 1353; luego la viruela, que mató a miles de habitantes de las indias españolas y portuguesas; la mal llamada gripe española, que estuvo presente desde 1914 a 1919 en Europa y se propagó por el mundo matando a millones de personas; la Gripe Asiática de 1957, registrada por primera vez en la península de Yunán, China (H2N2), que afectó a miles de personas; o la gripe de Hong Kong de 1968 (H3N2), que se expandió por todo el mundo con un patrón muy parecido al de la gripe asiática, varios miles de personas fueron víctimas de dicha enfermedad.
Las sociedades y democracias modernas, ya en el siglo XX, han tenido que enfrentar desafíos que requieren la mayor de las capacidades y talentos en combatir estas afecciones, y la covid-19 no es la excepción en este siglo que estamos comenzando. Esta enfermedad es causada por el nuevo coronavirus conocido como SARS-CoV-2, y algo que en principio parecía lejano —como una nueva pandemia a nivel planetario— pronto se transformó en una realidad lamentable. La OMS tuvo noticia por primera vez de la existencia de este nuevo virus el 31 de diciembre de 2019, al ser informada de un grupo de casos de «neumonía vírica» que se habían declarado en Wuhan, China; el problema es que el mundo olvidó que las pandemias podían estar por años antes de cesar en sus maliciosos efectos.