Por Bárbara Bayolo
9 de marzo de 2023
Tras el rechazo de la reforma tributaria en la Cámara de Diputados, el Gobierno continúa demostrando su ausencia de auto crítica frente al proyecto, actitud que quedó de manifiesto durante toda su tramitación, en que se mostraban sorprendidos por la postura crítica de la oposición, pues, a su juicio, se le habían hecho cambios importantes.
Sin embargo, es bueno recordar que el proyecto ingresó siendo una reforma estructural e ideológica, y aun cuando existió una mesa de trabajo, las modificaciones obedecieron, en su gran mayoría, a acuerdos entre el Gobierno y los parlamentarios oficialistas, alejándose de la idea de un “pacto fiscal”.
La oposición criticó en reiteradas ocasiones su enfoque exclusivo en la recaudación y la carencia de medidas que fomenten la inversión y el ahorro. Y la mayoría de los expertos alertaron sobre los perjuicios que este enfoque podría generar. El Ejecutivo reaccionó y postergó la entrada en vigencia de sus propias propuestas, aceptando tácitamente que son iniciativas que ponen en riesgo el crecimiento del país, junto con diferir sus efectos a una futura administración.
El rechazo de la reforma dejó en evidencia que estos efectos negativos son reales, y que en la discusión parlamentaria primó el sentido común y la responsabilidad frente a una reforma refundacional e injusta.