Señor Director:
Hace ya 70 años que el Presidente González Videla firmara la ley Nº 9.292, la cual permitió el acceso femenino al sufragio. Un gran hito que simbolizó el ingreso de las mujeres a la política, pues no solo les permitió sufragar, sino también poder participar en las reglas de la democracia. Fue una puerta de entrada para acceder a la política, a la educación, a la independencia económica, entre otras, sin dudas un gran paso para las mujeres. Estas demandas se ven representadas por el Feminismo de la Primera Ola, de carácter liberal, que busca igualdad de deberes y derechos civiles entre todas las personas.
Sin embargo, muchas mujeres que vivieron este proceso, están lejos de sentirse representadas por el Movimiento Feminista que vimos en Chile durante el año 2018, pues contrasta con el espíritu liberal que inspiró aquella Ola. Las demandas del año pasado que se gestaron en algunas universidades tuvieron un gen radical y tendieron a exigir la abolición del matrimonio, la familia, que son los cimientos de la sociedad occidental. Fue un espacio que aprovechó promover el aborto libre, la ideología de género, un lenguaje neutro, en fin, negar un sinfín de cimientos de nuestra tradición occidental, al punto de intentar convertir a hombres y mujeres en adversarios. Por eso, muchas mujeres nos opusimos a esta última versión feminista.
Vale la pena recordar este gran logro para toda la sociedad chilena, como es que las mujeres tengan los mismos derechos y deberes que el hombre. Valoramos ese avance porque a la vez consideramos que este último intento por radicalizar el feminismo representa un total retroceso a nuestra cultura.
Daniela Carrasco, El Líbero, 15 de enero de 2019