La izquierda moderada terminó plegándose a ese diagnóstico y se quedó sin discurso, sin historia ni proyecto, corriendo detrás de la huella de la nueva: la radical. Mientras esto no cambie, aunque la derecha quiera, será difícil el diálogo, porque, al menos por ahora, no hay interlocutores.
Leer másGenaro Arriagada
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