Considerando las recientes declaraciones del Papa Francisco en torno a la “falta de hijos” en el mundo, meditamos en las razones éticas que nos permiten seguir apelando a la familia nuclear como el mejor modelo de sociedad primordial, la que, a pesar de la fuerte oposición que afronta, es depositaria de las mayores esperanzas para cada uno de los que componemos la civilización y nos preocupamos de su devenir.