Esta semana el Congreso Nacional despachó la reforma constitucional sobre renuncia y reemplazo de convencionales constituyentes. Si bien la norma aprobada, a diferencia del texto inicial, ya no contempla el reemplazo como lo exigía el Frente Amplio, cabe cuestionarse si su aprobación debe ser motivo de celebración.
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Es relevante señalar que es discutible que la Constitución de 1980 haya obedecido a una mera idea refundacional, así como que haya recogido principalmente ideas foráneas, como parece sugerir el columnista. A
Para apaciguar el estallido violento que amenazó a nuestro país a fines de 2019, surgió la idea de establecer un gran acuerdo por una nueva Constitución que, se nos prometió con insistencia, permitiría dejar atrás la amenaza de una violencia persistente que tendría evidentes efectos económicos y sociales en el país. La nueva Constitución sería un pacto de unidad para superar los conflictos que se habían instalado en Chile y para construir una “casa de todos”.
Corría 2019 y Chile se preparaba para recibir a los presidentes de las naciones más desarrolladas del planeta para discutir sobre cambio climático (COP 25) y cooperación económica (APEC). Ambos foros debieron suspenderse por el estallido violento que amenazó a nuestro país.
Primero se nos dijo que “todo se arreglará en el Pleno”. Luego: “todo se arregla en la votación en particular”. Ahora nos dirán que “todo puede arreglarse en el segundo informe de comisión”.
La igualdad ante la ley y el acceso a una justicia imparcial, en igualdad de condiciones y sin discriminaciones arbitrarias, son elementos básicos de todo Estado de derecho. Sin embargo, pareciera que esto —de lo más elemental— es invisible a los ojos de algunos constituyentes.
Las votaciones de la semana pasada en la Comisión de Medio Ambiente de la Convención Constitucional fueron verdaderamente alarmantes. Las víctimas fueron dos áreas claves para nuestro país: la minería y la agricultura.
No dejan de llamar la atención las constantes contradicciones dentro de la izquierda, en especial en lo relativo al proyecto de amnistía para los “presos del estallido”.
Mientras el país parece más preocupado de los gustos culinarios y musicales del Presidente electo y de las gracias de su mascota, la Convención Constitucional ha avanzado en el contenido de las primeras normas constitucionales. ¡Y vaya que ha sorprendido, aunque para peor!
Tal vez sea pesimista, pero ante tanto entusiasmo con la designación de Marcel en Hacienda, hay que precisar que no es incompatible mantener los equilibrios macroeconómicos y la responsabilidad fiscal, al menos en un primer momento, con la intervención estatal en los mercados.
Enero se nos va entre los gustos por la “mayo” y el apoyo a Taylor Swift del presidente electo, las zapatillas de Camila y los diálogos entre Brownie y Kody.
Desde que el izquierdista Gabriel Boric salió electo como presidente en el balotaje de diciembre pasado, se ha establecido junto a su equipo político en una casona perteneciente a la Universidad de Chile, conocida como «La Moneda Chica». En ella, el frenteamplista prepara su llegada al palacio presidencial oficial.
Desde que Boric ganó la elección de segunda vuelta presidencial hasta el nombramiento de su primer gabinete, la prensa ha destacado un ambiente cargado de emociones que, entre alegría y sorpresa, bien podrían resumirse en una categoría tan humana como incierta: esperanza.
Últimamente han proliferado iniciativas legislativas bastante preocupantes relativas a la publicación de contenidos en diversas plataformas, así como la prohibición de publicidad para determinadas actividades.
La Comisión de Derechos Fundamentales concentra gran parte de las expectativas que la ciudadanía ha depositado en la Convención. Sin embargo, el trabajo realizado hasta el momento pone en duda su satisfacción: han escuchado sólo a una ínfima parte de los ciudadanos y organizaciones que solicitaron audiencia…