Las diferentes fuerzas de derecha tienen una oportunidad única de volver a ofrecer un nuevo proyecto de sociedad sustentado en aquellas ideas que las convocan.
Columnas
Estas realidades golpean primero a los políticos, luego a las instituciones, después a los gobiernos y finalmente a la democracia, pues como no entrega respuestas efectivas a la gente, favorece a populistas y autoritarios que, en este escenario, venden mejor su “pomada”.
Frente al supuesto “pesimismo ideológico” que atribuyó el Presidente a los empresarios, creo necesario aclarar que esta percepción es una realidad que enfrentamos todos los chilenos.
La inseguridad es un obstáculo para el progreso económico y social. Es hora de actuar con un enfoque equilibrado y eficiente para asegurar un entorno más seguro y propicio para todos los chilenos.
La generación que hoy gobierna no siente urgencia ante su inacción ni vergüenza de su incuria. Después de todo, son jóvenes y tienen décadas para volver a gobernar. Para La Moneda, procurar crecimiento, seguridad, justicia o probidad, parecen ser meras opciones y no su deber principal.
Es fundamental que el mundo privado que quiere distanciarse de los escándalos de corrupción que dominan la discusión pública haga un esfuerzo mayor para contribuir a revertir retrocesos en materia de corrupción, criminalidad y justicia.
La ciudadanía parece anteponer a la defensa de valores, su situación personal. La falta de efectividad del régimen democrático le hace perder adhesión popular y el voto va por quien ofrezca soluciones concretas y creíbles.
La Teletón demostró un año más que desde una institución privada puede nacer un enorme bien público.
Chile enfrenta un estancamiento económico, mientras proyectos clave para revitalizar nuestra economía siguen paralizados en el Congreso.
Desde que se supo del llamado caso Monsalve, la situación para el gobierno —desde el presidente de la República hacia abajo— ha ido de mal en peor y, a dos semanas de haber estallado, no parece mejorar.
El estallido no se comprende sin la violencia que lo acunó y el apoyo inicial que le brindaron una mayoría de ciudadanos y muchos políticos.
Avanzar en buenos acuerdos para el país requiere de una reflexión previa sobre el lugar medular y condicionante que ocupó la violencia como método de acción política validada por sectores, actores y partidos que hoy no ofrecen autocrítica alguna.
Es perentorio modificar los mecanismos de nombramientos judiciales, donde recaen las sospechas. Exceptuado el caso de los ministros de dicha corte, procede excluir la injerencia del Ejecutivo y de las cortes (Suprema y de Apelaciones) en esta labor, como algo esencial para asegurar la independencia judicial, interna y externa, o los vicios persistirán
La izquierda no aceptará otro proyecto que no sea el suyo. Para ella no pueden convivir el Estado Social de Derecho con la subsidiariedad.
Los acusadores del cabo Sebastián Zamora, refugiados en instituciones estatales y gremiales, se han comportado con la soberbia de aquellos que, estando en el poder, se protegen en su fuero y tras esos muros imaginarios que el poder les brinda.